25/4/08

DOLOR Y MUERTE A MUCHOS COLOMBIANOS

Esta demostrado que las Farc, son una mano de desadaptados reprimidos comenzando por su jefe Manuel Marulanda el cual reclamaba al Estado las 300 mulas de carga, los 70 caballos de silla, 40 cerdos y 250 gallinas que el ejército les robó cuando bombardearon la sede de su comité central el 9 de diciembre de 1990 por orden del Presidente Gaviria. Ha tomado venganza durante todos estos años, trayendo dolor y muerte a muchos colombianos. En Colombia se estima que 11.000 niños, niñas y adolescentes estan en las filas de las FARC y el ELN; Los menores, con edades comprendidas entre 9 y 16 años, son utilizados para acciones de alto riesgo tales como la activación y desactivación de minas antipersonales, espionaje, servidumbre y esclavitud sexual para la tropa. Para estos guerrilleros, no importa a quien se recluta, ya sea niño o niña. Lo único que buscan es ampliar sus contingentes frente al escalamiento y deterioro del conflicto. En declaraciones a la prensa, los jefes de las FARC han confirmado el reclutamiento y la utilización de niños y adolescentes en combate al afirmar en repetidas oportunidades con gran naturalidad que cualquier joven de 15 años está capacitado para empuñar las armas. Como consecuencia de esto, entre 1990 y el 2002 cerca de 900 niños, niñas y adolescentes han muerto o quedado mutilados a consecuencia de las minas antipersonales. Ya es frecuente verlos entrar en acción portando armas livianas o encontrar sus cuerpos luego del combate. Según los datos que maneja UNICEF Impacto del Conflicto Armado en los Niños, Niñas y Adolescentes de América Latina, 2003, los niños y adolescentes son reclutados por representar un potencial humano disponible, maleable y capaz de realizar diversas tareas en los frentes de combate sin medir riesgos. Por lo general, niños y adolescentes obedecen sin objetar, pueden ser empujados a cometer actos atroces y resultan más baratos que los adultos. La proliferación de armas pequeñas y ligeras de fácil manejo, tales como pistolas, revólveres, fusiles de asalto livianos, ametralladoras y granadas, permiten su utilización a niños y niñas de apenas 10 años. El reclutamiento forzoso u obligatorio de niños, niñas y adolescentes viola gravemente sus derechos a la vida, a la libertad, a vivir en familia o junto a sus padres, el derecho a la educación, a la salud, a la protección contra la explotación y el abuso sexual, aparte de las consecuencias psicológicas permanentes. Después de sufrir tales humillaciones a su dignidad y a su inocencia, los niños que sobreviven a este horror nunca podrán crecer un solo centímetro como hombres y mujeres normales. En medio de la ruina, terror y degradación que producen los conflictos armados como el Colombiano, donde es común la despreciable práctica de utilizar niños, niñas y adolescentes para la violencia y la guerra, hipotecándoles su futuro, impidiéndoles crecer, mutilándolos física y mentalmente, podríamos parafrasear a Henry James y decir con dolor que la guerra ha agotado las palabras, las ha debilitado, las ha deteriorado.

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