4/5/08

El turismo, motor de desarrollo para Hispanoamérica

Antonio-Pedro Tejera Reyes

Vivimos muchos años en América "deslumbrados" por la prepotencia de "la madre patria". Los habitantes de aquellos hermosos y sufridos países llevan más de 500 años padeciendo lo mismo. Bolívar, San Martín, José Martí, y tantos y tantos otros, han sido genios que un día se sublevaron contra esa manera de ver el mundo hispánico que, desgraciadamente, sigue existiendo por parte de la generalidad de los españoles que no conocen la auténtica importancia de ese mundo que se extiende como una mancha de aceite, de forma imparable, sobre la faz del planeta. Todo un panorama que algunos hemos vivido y entendido en toda su magnitud, sin que, desgraciadamente, insistimos, podamos hacer otra cosa que hilvanar algunas líneas exponiendo las consideraciones del caso, ahora con singular alegría viendo cómo el turismo terminará, más tarde que temprano, con esas diferencias que los gobiernos oficiales españoles no ha sabido cómo eliminarlas a través de los años.

Durante los pasados años, hemos vivido en América las visitas de los más destacados miembros del llamado Instituto de Cooperación Iberoamericana -no sabemos si ahora se llama así- que con una marcada ostentación del poder central de la España oficial, nos invitaban a reuniones y ágapes para decirnos lo que iban a hacer, escuchar los planteamientos que les hacíamos, pero siempre con un programa sellado en sus centrales madrileñas, producidos con la visión que el Gobierno español de turno tenía de la América Hispana. Por supuesto nunca coincidente con lo que se necesitaba realmente para desarrollar ese importante mundo iberoamericano que late, y ha latido siempre, de un sentido patriótico universal unido a su identidad nacida de la fusión de sus razas autóctonas con la española, principalmente. Esta es la realidad de un tema que nunca se ha querido tratar como es debido.

Los tiempos avanzan y las cosas cambian

El turismo, ese maná nacido del desarrollo social, producto de los avances de la cultura y del trabajo -fundamentalmente del trabajo- comienza a abrir las puertas de esta América que ensalzamos, propiciando lo que las políticas oficialistas no han podido, o no han sabido hacer, a través de los años.

El empresariado español está realizando una obra en América de una magnitud extraordinaria. Está consiguiendo el desarrollo de los pueblos y de sus habitantes de una forma ordenada, consecuente, y laboriosa, del más profundo contenido social. No nos engañemos, sus metas son los beneficios económicos pero, en ese ir y venir que esta actividad les produce, su desempeño como motor indiscutible para la elevación de la calidad de vida, la expansión de la cultura y el desarrollo social de los pueblos de América es realmente imparable y encomiable.

Nuestras largas conversaciones con los rectores de la Universidad para La Paz, de las Naciones Unidas -allá, en esa Costa Rica modelo donde los haya de los programas para el "desarrollo turístico sostenible"- versaban siempre en la necesidad de desarrollar el turismo en todas las naciones de América, para acabar con los viejos enfrentamientos bélicos, mediante la elevación de su calidad de vida y la expansión de la cultura de paz que el turismo lleva consigo a donde quiera que vaya.

La acción emprendida por el empresariado español en América está propiciando la capacitación de miles de personas, cuya principal meta es expandir esa cultura de paz necesaria en el mundo, y un sentido universalista donde los principios morales estén sustentados en la honradez, el trabajo y la perseverancia, tal como tiene plantado en su propio despacho el ilustre Guillermo Valencia Velázquez, el mas alto directivo de la empresa InterContinental Hotels Group, en la región del Caribe, un técnico colombiano formado y preparado en Canarias, que está ejerciendo allí su labor directiva, y por tanto altamente educativa, como hemos podido comprobar recientemente, y publicado en estas mismas páginas de EL DÍA.

Son decenas los directivos de empresas españolas que conocemos en América que están formando profesionales turísticos, en todos sus niveles. Cientos de hoteles españoles están acercando a la cultura universal a miles de americanos y elevando su nivel profesional y socioeconómico. Sus espectaculares resultados los detectamos ya por todos los rincones de América.

"El turismo es riqueza", dice la Organización Mundial del Turismo. La riqueza principal es precisamente la elevación de la calidad de vida de los pueblos, algo que sólo se consigue con la elevación de su cultura, en lo cual el turismo es insustituible.

El empresariado español, ese de los cientos de hoteles en Hispanoamérica, bien merece un reconocimiento muy especial y un tratamiento acorde con su obra. Esta es la consideración que toda América debe de hacerse reconociendo la valía sin límites de la labor de apostolado que su aporte significa, no como un desarrollo económico -que lo es-, sino como el desarrollo social que está ya sintiéndose en todos los lugares de América donde los significativos nombres de las más importantes empresas hoteleras españolas lucen con orgullo su emblema. Cuba, Dominicana, México, etc., son unos buenos ejemplos de lo que aquí exponemos.

Volviendo a los orígenes de nuestro comentario, traemos al recuerdo una larga charla sostenida en la Villa de la Orotava, allá por años ochenta del pasado siglo, con el que fuera más tarde embajador de España en Venezuela, nuestro llorado amigo el Dr. Alberto de Armas García, donde precisamente abordamos este difícil tema y llegamos a la conclusión de la necesidad de que se hiciera lo que se está haciendo ahora, como única medida posible de acabar con los signos de la prepotencia hispánica que tanto molesta a nuestros hermanos americanos.

Potenciar la cultura, la economía y el desarrollo social es lo que están haciendo los empresarios españoles ahora en América, lejos, muy lejos, de aquellos que cargaban sus galerones con el oro peruano o colombiano, para después ser asaltados por legendarios piratas europeos en sus rutas, para ofertarlo a los reyes de España. Los tiempos cambian y las personas también. Hoy América ve con satisfacción y alegría la llegada de los empresarios turísticos españoles, porque saben que con ellos llega su desarrollo social, la creación de puestos de trabajo dignos, culturizados, encuadrados dentro de la propuesta empresarial que da categoría, mando y poder de decisión a aquellas personas con capacidad para ello, ya sean de Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Paraguay… Eso es lo que ha conseguido el turismo, la revolución socioeconómica más importante de nuestra época.

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